Moralejas para reflexionar: ¿cómo ser un buen profesor?
INTRODUCCIÓN
Si partimos de una concepción academicista se afirma que la función
principal del profesor es la de conocer la materia; si la concepción es la tecnológica la función más importante es
la de ser técnico que domina las estrategias de enseñanza; si por el contrario
nos movemos desde una perspectiva crítica
su mejor característica es la de que sea crítico, conocedor de la materia, de
estrategias pero además crítico. Partiendo de la definición de enseñar de
Claxton (1995) enseñar es lo que una
persona hace para ayudar a otra a aprender. Enseñar es reunirse dos o más
personas cuando la intención de por lo menos una de ellas es que las demás,
como resultado del encuentro, hagan más, sepan más, sean más o aprender a
aprender más...
Por tanto, el profesor tiene que ser...
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Interesante
pero no perfecto, tiene que ser seductor para los alumnos. Es científico pero
también es alguien que tiene arte. Con una teoría que le justifique y que de
ella se desprenda su práctica. Conocedor de métodos pero que sea capaz de
añadir su originalidad. El modelo teórico tiene que tener tres condiciones: que
explique, que dé seguridad y que sea flexible. No valen las fórmulas, pero
tampoco las improvisaciones por eso tiene que existir un modelo que lo
justifique. El buen maestro es capaz de tener una buena reflexión de su propia
práctica.
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Partícipe
en todas las fases de investigación. En el claustro puede detectar una
necesidad, debatir con sus compañeros los propósitos para llegar a una serie de
metas. Evaluar y participar en todas las fases de la evaluación
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Capaz
de permanecer en constante formación. Por un lado que sea capaz de plasmar su
práctica para enriquecer a otros y por otro lado, que sea capaz de renovarse e
investigar siempre.
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Capaz
de poner en cuestión su propia práctica. Tiene que atender al proceso e ir
rectificando conforme se va caminando en la práctica. Tiene que conocer la
realidad para adaptar el proceso a la práctica.
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Impulsor
de la interacción social: la socialización, interacción entre iguales y con él.
Ser capaz de relativizar los puntos de vista, teniendo en cuenta el de los
otros; ayudar a pensar (el pensamiento individual surge después del pensamiento
colectivo). Activador del pensamiento crítico.
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Puente
entre los saberes culturales. Tener claro que el que enseña no es sólo él, sino
que los saberes culturales contribuyen al desarrollo personal, el grupo social
nos va haciendo. En el proceso de maduración las influencias externas e
internas son inseparables. El profesor debe ser capaz de construir
conocimientos próximos a los saberes culturales, ser mediador,
ser puente.
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Facilitador
del conocimiento. Debe saber que el conocimiento no se traspasa sino que se
construye, El profesor facilita un conocimiento. No hay que aprenderlo sino
pensarlo.
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Motivador
para conseguir acueductos con los que la energía fluya hacia el lugar correcto.
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Por
la forma de estructurar la tarea:
o
activador
de curiosidad e interés del alumno (presenta información nueva incongruente con
conocimientos previos y plantea un problema que deban resolver)
o
Motivador
de la relevancia del contenido (relacionarlo con experiencias, valores. Mostrar
la meta).
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Por
la forma de organizar la instrucción:
o
organizador
de la actividad en grupos cooperativos.
o
facilitador
de la percepción de autonomía (opciones)
-
En
relación con los mensajes que el profesor da:
o
orientador
de la atención de los alumnos (antes de la tarea: más al proceso que a los
resultados; durante la tarea: medios pasos para superar dificultades; después
de la tarea: informar sobre lo que se ha aprendido).
o
Promotor
de los aprendizajes (concepción de inteligencia como algo modificable)
o
Capaz
de atribuir resultados a causas internas y controlables.
-
En
relación con la evaluación:
o
Capaz
de acentuar la comparación con uno mismo y evitar la comparación con los otros
(orientarla no a comprobar si sabe o no, sino al por qué ; información
cualitativa de lo que necesita corregir)
o
Capaz
de ayudar a crear aprendizajes significativos. Para ello debe ser capaz de
programar, organizar y secuenciar los contenidos de forma que el alumno pueda
realizar un aprendizaje significativo, encajando los nuevos conocimientos en su
estructura cognoscitiva previa y evitando el aprendizaje memorístico o
repetitivo.
o
comprensivo
en cuanto al esfuerzo del alumno porque al hacerlo actuará como un espejo en el
que tanto el problema como la solución se verán más claramente
El
profesor debe saber[1]...
Que la horticultura no produce
plantas. Un jardinero no puede conseguir que agarre un injerto; un especialista
del corazón tampoco puede conseguir que el cuerpo acepte el transplante.
Un carpintero sí puede hacer la
ensambladura que desea con la única limitación de su habilidad e ingenio y de
que trabaja con materiales muertos, lo que permite establecer conexiones entre
ellos y unirlos.
Pero el cirujano y el jardinero
trabajan con materiales vivos y las conexiones en el mundo de los seres vivos
se desarrollan de modo orgánico, no se pueden unir mecánicamente. No basta con
poner el esqueje en la tierra: tiene que echar raíces.
Hacer un injerto es un proceso
lento y sutil, que requiere preocuparse mucho de la planta y que no se pueda
forzar (enseñar es como hacer un injerto).
Para profundizar esta definición
vamos reflexionar sobre una serie de moralejas:
Moraleja
1:
cuando se está en el fondo de un océano, es urgente responder a la pregunta:
¿cómo nadar?
La razón más probable de que un caballo no
beba es que no tenga sed. Sin embargo, a un caballo que no tenga sed se le
puede motivar para que beba, golpeándole hasta que lo haga, ya que entonces
tendrá un problema urgente que resolver: ¿cómo evitar el látigo?. Si la
respuesta es bebiendo aprenderá a beber. Puede que la utilización de este
incentivo funcione. Pero hay que tener en cuenta que un caballo apaleado se
sentirá a disgusto por partida doble, hinchado por el líquido y asustado por el
látigo, y debido a esta experiencia no querrá ni al que le ha obligado a beber
ni a la fuente.
Moraleja
2: un
caballo asustado tiene en la cabeza otras cosas que no son precisamente beber.
Moraleja
3: hay
que conocer las señales que utiliza el caballo para indicar que ya ha tenido
bastante. Unos se irritarán y levantarán sus piernas delanteras, otros darán
coces con sus patas traseras, otros quedarán mansos y sin interés por la tarea,
y algunos saldrán desbocados abandonando el lugar.
Moraleja
4: no
sirve para nada tener una escalera de 30 peldaños si faltan los 8 primeros
Moraleja
5:
cuando el caballo quiere dejar de ser salvaje es como si le dijera a su
domador: “quiero que me enseñes la domesticación y te voy a ceder temporalmente
la responsabilidad de decidir qué tengo que hacer, dónde, cuándo, cómo, con qué
frecuencia y en qué orden hacerlo, porque confío en que de esta manera
aprenderé a ser un buen caballo”. El domador tiene que comprender que su poder
es sólo prestado, que en el futuro la figura será el caballo.
Moraleja
6: dar
lecciones de conducir no es lo mismo que predicar; ser profesor de Física
Atómica en la Universidad no es lo mismo que entrenar a reclutas nuevos en el
ejército. El profesor de autoescuela no debe dar lecciones de conducir mientras
se “acuerda de toda la familia” del taxista que le acaba de salir por la
izquierda sin cederle el paso a su alumno. Los nuevos reclutas no deberían
percibir que su instructor de practicas de tiro les imparte lecciones después
de haber pasado por la cantina de oficiales, y mientras su pistola es incapaz
de estarse quieta en su temblorosa mano.
Moraleja
7: el
jardinero impaciente que tira de las plantas jóvenes para que crezcan más
deprisa, tiene más posibilidades de arrancarlas que de acelerar su crecimiento.
Al enseñar a otra persona a hacer algo lo que está haciendo es sugerirle una
solución. Para que esto eche raíces es necesario que se integre en el esquema
de las cosas que tiene el sujeto. Éste deberá hacerlas suyas, decirlas con sus
propias palabras. Esto requiere su tiempo. Enseñar no es programar un
ordenador.
Moraleja
8: a
pesar de que en la facultad le hayan enseñado que no sirve para nada gritar, un
estudiante de magisterio lo hará al enfrentarse con una clase. Un niño de 14
años introducirá la navaja en un enchufe, a pesar de que en el colegio se le
haya enseñado que la electricidad es peligrosa, porque no se creerá que
realmente le puede hacer daño.
Moraleja
9: Sea
lo que sea lo que se enseñe, se enseña “la propia personalidad”. El alumno
aprende sobre el profesor, además de aprender de él. El profesor se convierte
en un modelo potencial de adulto o de profesor. Los niños aprenden a través de
la imitación y la observación. El profesor debe ser un buen modelo para el
alumno.
Moraleja
10: la
enseñanza siempre forma parte de un contexto de aprendizaje. El profesor que
quiera enseñar a ser competente en la vida real tiene que ser consciente de este
problema de contextualización.
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