Psicólogo Especialista en COACHING

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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cómo ser un buen profesor?


Moralejas para reflexionar: ¿cómo ser un buen profesor?


INTRODUCCIÓN
Si partimos de una concepción academicista se afirma que la función principal del profesor es la de conocer la materia; si la concepción es la tecnológica la función más importante es la de ser técnico que domina las estrategias de enseñanza; si por el contrario nos movemos desde una perspectiva crítica su mejor característica es la de que sea crítico, conocedor de la materia, de estrategias pero además crítico. Partiendo de la definición de enseñar de Claxton (1995) enseñar es lo que una persona hace para ayudar a otra a aprender. Enseñar es reunirse dos o más personas cuando la intención de por lo menos una de ellas es que las demás, como resultado del encuentro, hagan más, sepan más, sean más o aprender a aprender más...
Por tanto, el profesor tiene que ser...
-          Interesante pero no perfecto, tiene que ser seductor para los alumnos. Es científico pero también es alguien que tiene arte. Con una teoría que le justifique y que de ella se desprenda su práctica. Conocedor de métodos pero que sea capaz de añadir su originalidad. El modelo teórico tiene que tener tres condiciones: que explique, que dé seguridad y que sea flexible. No valen las fórmulas, pero tampoco las improvisaciones por eso tiene que existir un modelo que lo justifique. El buen maestro es capaz de tener una buena reflexión de su propia práctica.
-          Partícipe en todas las fases de investigación. En el claustro puede detectar una necesidad, debatir con sus compañeros los propósitos para llegar a una serie de metas. Evaluar y participar en todas las fases de la evaluación
-          Capaz de permanecer en constante formación. Por un lado que sea capaz de plasmar su práctica para enriquecer a otros y por otro lado, que sea capaz de renovarse e investigar siempre.
-          Capaz de poner en cuestión su propia práctica. Tiene que atender al proceso e ir rectificando conforme se va caminando en la práctica. Tiene que conocer la realidad para adaptar el proceso a la práctica.
-          Impulsor de la interacción social: la socialización, interacción entre iguales y con él. Ser capaz de relativizar los puntos de vista, teniendo en cuenta el de los otros; ayudar a pensar (el pensamiento individual surge después del pensamiento colectivo). Activador del pensamiento crítico.
-          Puente entre los saberes culturales. Tener claro que el que enseña no es sólo él, sino que los saberes culturales contribuyen al desarrollo personal, el grupo social nos va haciendo. En el proceso de maduración las influencias externas e internas son inseparables. El profesor debe ser capaz de construir conocimientos próximos a los saberes culturales,  ser mediador,  ser  puente.
-          Facilitador del conocimiento. Debe saber que el conocimiento no se traspasa sino que se construye, El profesor facilita un conocimiento. No hay que aprenderlo sino pensarlo.
-          Motivador para conseguir acueductos con los que la energía fluya hacia el lugar correcto.
-          Por la forma de estructurar la tarea:
o   activador de curiosidad e interés del alumno (presenta información nueva incongruente con conocimientos previos y plantea un problema que deban resolver)
o   Motivador de la relevancia del contenido (relacionarlo con experiencias, valores. Mostrar la meta).
-          Por la forma de organizar la instrucción:
o   organizador de la actividad en grupos cooperativos.
o   facilitador de la percepción de autonomía (opciones)
-          En relación con los mensajes que el profesor da:
o   orientador de la atención de los alumnos (antes de la tarea: más al proceso que a los resultados; durante la tarea: medios pasos para superar dificultades; después de la tarea: informar sobre lo que se ha aprendido).
o   Promotor de los aprendizajes (concepción de inteligencia como algo modificable)
o   Capaz de atribuir resultados a causas internas y controlables.
-          En relación con la evaluación:
o   Capaz de acentuar la comparación con uno mismo y evitar la comparación con los otros (orientarla no a comprobar si sabe o no, sino al por qué ; información cualitativa de lo que necesita corregir)
o   Capaz de ayudar a crear aprendizajes significativos. Para ello debe ser capaz de programar, organizar y secuenciar los contenidos de forma que el alumno pueda realizar un aprendizaje significativo, encajando los nuevos conocimientos en su estructura cognoscitiva previa y evitando el aprendizaje memorístico o repetitivo.
o   comprensivo en cuanto al esfuerzo del alumno porque al hacerlo actuará como un espejo en el que tanto el problema como la solución se verán más claramente
El profesor debe saber[1]...
Que la horticultura no produce plantas. Un jardinero no puede conseguir que agarre un injerto; un especialista del corazón tampoco puede conseguir que el cuerpo acepte el transplante.
Un carpintero sí puede hacer la ensambladura que desea con la única limitación de su habilidad e ingenio y de que trabaja con materiales muertos, lo que permite establecer conexiones entre ellos y unirlos.
Pero el cirujano y el jardinero trabajan con materiales vivos y las conexiones en el mundo de los seres vivos se desarrollan de modo orgánico, no se pueden unir mecánicamente. No basta con poner el esqueje en la tierra: tiene que echar raíces.
Hacer un injerto es un proceso lento y sutil, que requiere preocuparse mucho de la planta y que no se pueda forzar (enseñar es como hacer un injerto).
Para profundizar esta definición vamos reflexionar sobre una serie de moralejas:
Moraleja 1: cuando se está en el fondo de un océano, es urgente responder a la pregunta: ¿cómo nadar?
La razón más probable de que un caballo no beba es que no tenga sed. Sin embargo, a un caballo que no tenga sed se le puede motivar para que beba, golpeándole hasta que lo haga, ya que entonces tendrá un problema urgente que resolver: ¿cómo evitar el látigo?. Si la respuesta es bebiendo aprenderá a beber. Puede que la utilización de este incentivo funcione. Pero hay que tener en cuenta que un caballo apaleado se sentirá a disgusto por partida doble, hinchado por el líquido y asustado por el látigo, y debido a esta experiencia no querrá ni al que le ha obligado a beber ni a la fuente.
Moraleja 2: un caballo asustado tiene en la cabeza otras cosas que no son precisamente beber.
Moraleja 3: hay que conocer las señales que utiliza el caballo para indicar que ya ha tenido bastante. Unos se irritarán y levantarán sus piernas delanteras, otros darán coces con sus patas traseras, otros quedarán mansos y sin interés por la tarea, y algunos saldrán desbocados abandonando el lugar.
Moraleja 4: no sirve para nada tener una escalera de 30 peldaños si faltan los 8 primeros
Moraleja 5: cuando el caballo quiere dejar de ser salvaje es como si le dijera a su domador: “quiero que me enseñes la domesticación y te voy a ceder temporalmente la responsabilidad de decidir qué tengo que hacer, dónde, cuándo, cómo, con qué frecuencia y en qué orden hacerlo, porque confío en que de esta manera aprenderé a ser un buen caballo”. El domador tiene que comprender que su poder es sólo prestado, que en el futuro la figura será el caballo.
Moraleja 6: dar lecciones de conducir no es lo mismo que predicar; ser profesor de Física Atómica en la Universidad no es lo mismo que entrenar a reclutas nuevos en el ejército. El profesor de autoescuela no debe dar lecciones de conducir mientras se “acuerda de toda la familia” del taxista que le acaba de salir por la izquierda sin cederle el paso a su alumno. Los nuevos reclutas no deberían percibir que su instructor de practicas de tiro les imparte lecciones después de haber pasado por la cantina de oficiales, y mientras su pistola es incapaz de estarse quieta en su temblorosa mano.
Moraleja 7: el jardinero impaciente que tira de las plantas jóvenes para que crezcan más deprisa, tiene más posibilidades de arrancarlas que de acelerar su crecimiento. Al enseñar a otra persona a hacer algo lo que está haciendo es sugerirle una solución. Para que esto eche raíces es necesario que se integre en el esquema de las cosas que tiene el sujeto. Éste deberá hacerlas suyas, decirlas con sus propias palabras. Esto requiere su tiempo. Enseñar no es programar un ordenador.
Moraleja 8: a pesar de que en la facultad le hayan enseñado que no sirve para nada gritar, un estudiante de magisterio lo hará al enfrentarse con una clase. Un niño de 14 años introducirá la navaja en un enchufe, a pesar de que en el colegio se le haya enseñado que la electricidad es peligrosa, porque no se creerá que realmente le puede hacer daño.
Moraleja 9: Sea lo que sea lo que se enseñe, se enseña “la propia personalidad”. El alumno aprende sobre el profesor, además de aprender de él. El profesor se convierte en un modelo potencial de adulto o de profesor. Los niños aprenden a través de la imitación y la observación. El profesor debe ser un buen modelo para el alumno.
Moraleja 10: la enseñanza siempre forma parte de un contexto de aprendizaje. El profesor que quiera enseñar a ser competente en la vida real tiene que ser consciente de este problema de contextualización.





[1] Adaptación del libro de Guy Claxton (1995): “Vivir y aprender”