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jueves, 22 de abril de 2010

¿ qué es la resilencia?

…“Y se la entiende como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”…
Edith Grotberg, 1998:4



La teoría filosófica de la resiliencia tiene dos aristas, la primera se relaciona con la idea de luminosidad, la resiliencia se edifica desde las zonas luminosas del ser humano, desde sus fortalezas, asumiendo la potencialidad de cada individuo para desarrollarse.

La segunda arista consiste en la idea de diversidad, de la diferencia. La teoría de la resiliencia cobra significado a partir de las diferencias en la reacción ante circunstancias adversas, generadoras de stress. Mientras algunas personas sucumben a dichas circunstancias, evidenciando desequilibrio y trastornos a diversos niveles, otras se desarrollan exitosamente a pesar de la adversidad.

La reacción ante situaciones adversas es donde se inscribe el concepto de resiliencia, definido como la capacidad de un individuo de reaccionar y recuperarse ante las adversidades, lo que implica un conjunto de cualidades que fomentan un proceso de adaptación exitosa y transformación a pesar de los riegos y la adversidad.

Fue el trabajo de E. E. Werner (1992), quien estudió la influencia de los factores de riesgo, los que se presentan cuando los procesos del modo de vida, trabajo, de las relaciones políticas, culturales y ecológicas, se caracterizaban por una profunda iniquidad y discriminación social, iniquidad de género o iniquidad etnocultural que generan formas de remuneración injustas con su consecuencia: La pobreza, una vida plagada de estresores, sobrecargas físicas, exposición a peligros.




Werner siguió durante más de treinta años, hasta su vida adulta, a más de 500 niños nacidos en medio de la pobreza en la Isla de Kauai. Todos pasaron penurias, pero una tercera parte sufrió además experiencias de stress y/o fue criado por familias disfuncionales por peleas, divorcio con ausencia del padre, alcoholismo o enfermedades mentales. Muchos presentaron patologías físicas, psicológicas y sociales, como desde el punto de vista de los factores de riesgo se esperaba. Pero ocurrió que muchos lograron un desarrollo sano y positivo: estos sujetos fueron definidos como resilientes.

Como siempre que hay un cambio científico importante se formuló una nueva pregunta que funda un nuevo paradigma ¿Por qué no se enferman los que no se enferman?

Primero se pensó en cuestiones genéticas, pero la misma investigadora miró en la dirección adecuada. Se notó que todos los sujetos que resultaron resilientes tenían, por lo menos, una persona que los aceptó de forma incondicional, independientemente su temperamento, su aspecto físico o su inteligencia. Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que sus esfuerzos, su competencia y autovaloración eran reconocidas y fomentadas. Eso hizo la diferencia.

La resiliencia no es una capacidad que nazca con el individuo, sino que puede aprehenderse en cualquier momento de la vida, siempre y cuando otro significativo nos impulse a ese logro. Esta capacidad en los sujetos depende de la interrelación de la persona con su entorno humano.

La aplicación de la resiliencia en el ámbito escolar y comunitario es importante para lograr establecer vínculos prosociales positivos, reafirmar los valores y evitar el aislamiento social que conduce a la gestación de la violencia y la discriminación.

La resiliencia promueve la estimulación de conductas solidarias y cooperativas indispensables para el óptimo rendimiento de la comunidad.

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